Corre, no pares

¿Has corrido?


Puedo asegurar que tu respuesta es “si” digo, ¿quién no ha corrido en toda su vida? es algo que si no se hace seguido, se hace. Pero de verdad ¿Has corrido?
El primer momento que puedo decir que en verdad corrí, fue hace unos meses. Anteriormente había corrido por varios motivos como llegar a tiempo a un lugar o tan solo para ejercitar mi cuerpo. Y… en términos naturales, mis piernas se movían rápido, o sea, “corría”.
Pero no, el acontecimiento que me marco fue diferente. Me encontraba en una zona cerca de los dinamos. Eran alrededor de las 12 de la noche. El bosque no era verde y frondoso. No, no lo era. Era negro, místico, sin ruidos. El aroma que desprendía te tranquilizaba, La luz de la luna creaba una ilusión, como si estuviera en otro planeta. Las hojas de los arboles caídos se volvían de un color plata. La tierra mojada hacia que mis pisadas fueran más seguras.
Todas esas sensaciones se unieron y se hicieron parte de mí, la necesidad de correr fue natural. En un parpadeo, me encontraba corriendo en la oscuridad, guiado por mi tacto y sentido común. Había momentos que atravesaba claros, donde la luz de luna convertía el pasto en una laguna plateada.
Seguía corriendo, no puedo decir con exactitud cuánto tiempo llevaba corriendo. Mi velocidad no era normal, las manchas se convertían en ráfagas, iba a una velocidad sorprendente, jamás la hubiera alcanzado corriendo en un suelo plano.
Llegue a una zona done los arboles estaban muy juntos, el suelo era más húmedo y resbaloso. Eso no fue impedimento, y al contrario, pude correr más rápido. Impulsado por mis brazos al tacto del árbol, creaba una propulsión donde el correr y columpiarse por el bosque se hicieron uno.la neblina se hacía más intensa… perdí el sentido de la vista, perdí todos mis sentidos. Mis pensamientos cesaron, no sentía el bosque, no sentía nada… y sentía todo. Sentí el bosque, sentí el temor del bosque.
Al regresar, ya no corría. Me encontraba acostado con tu fotografía a mi lado.